En mi
alma siempre hacía frio. Y aunque el
hombre del tiempo anunciaba en el noticiario mañanero que tendríamos un día
soleado, al acabar el día y tumbarme en mi cama seguía teniendo frío.
Así que
intenté calentarla como se suelen calentarse los humanos, con sexo sin compromiso. Con el
tiempo descubriría que eso tampoco arrullaba mi alma, solo mantenía entretenida
mi mente y barría los problemas debajo de la alfombra. Todo el mundo sabe que,
cuando haces tal técnica de limpieza se acaban formando bultos en ella, con lo
que terminas por tropezarte y pegarte un guarrazo monumental. Si tienes algo de
suerte y dos deditos de frente, este golpe
hace que abras los ojos y te replantees si es ese el estilo de vida que quieres.
Luego estamos los que nos vendamos los
ojos para no vernos los moratones. Por
lo tanto , seguí con ese rol , haciéndome
creer a mí misma que eso era lo que me llenaba sentimentalmente.